CAPITÁN AMÉRICA: EL PRIMER VENGADOR

DIRECCIÓN: Joe Johnston
TÍTULO ORIGINAL: Captain America: The first Avenger (2011)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Christopher Markus, Stephen McFeely; basado en el personaje de Marvel
FOTOGRAFIA: Shelly Johnson
MÚSICA: Alan Silvestri
DURACIÓN: 124 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @un_periodista

El más importante defecto de Capitán América: El primer Vengador está, creo, en su incapacidad para encontrar un lugar en un contexto como el actual y trascender su propia inverosimilitud para dejar de ser una caricatura.

Su protagonista, un muchacho estadounidense llamado Steve Rogers (Chris Evans), es un personaje sin dimensión, sin pasado ni conflictos humanos. Sólo lo define una cosa: es un soldado nato que aguanta con estoicismo las peores palizas y sólo rompe la cadena de mando y se insubordina para perpetrar actos heroicos.

La primera parte del filme se ocupa justamente en contar la transformación de Rogers, un joven con una salud precaria y débil constitución física, en una máquina de matar nazis, luego de participar en un programa militar para crear súper hombres mediante la inyección de un suero experimental. No obstante, lo mejor de la película no está en las proezas físicas ni los combates del músculoso Capitán América, que a decir verdad sí tiene varios buenos momentos. El director y sus guionistas asumen la naturaleza panfletaria del héroe y lo enrolan en una campaña de propaganda belicista por todo el país con el único objetivo de vender bonos de guerra, cual Miss USA con bíceps y mallas coloridas.

Hasta ahí las virtudes, porque si bien, la ambientación y el vestuario pueden ser calificados como dos importantes aciertos, la cinta nunca se propone diferenciarse de las numerosas y mediocres cintas de superhéroes de Marvel (excepción hecha de Iron Man y Spider-Man 2), y se conforma con funcionar como un vehículo para presentar a uno de los personajes de The Avengers, cuyo estrenó está previsto para 2012.

El villano, Cráneo Rojo (Hugo Weaving), es una parodia de tirano. Aspira a ser más despiadado que Hitler, pero tiene ambiciones casi de conquistador extraterrestre, pues su oscuro fin es sojuzgar a toda la humanidad. El guion no sólo proporciona pocos elementos al actor para darle vida al personaje, sino que además lo coloca tras una máscara rígida que lo despoja de cualquier intención y expresividad (lo cual, curiosamente no le pasaba en V de Venganza donde se enfrentó a la misma circunstancia).

Joe Johnston ha logrado un producto veraniego rentable, pero que no emociona en uno solo de sus momentos tan llenos de lugares comunes. La hipertecnologización de la Segunda Guerra Mundial no es nada sin una historia interesante o al menos lo bastante ingeniosa para aceptar sus absurdas premisas. No es el caso.

 
 
 
 
 
       

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