CANTINFLAS

DIRECCIÓN: Sebastián del Amo
TÍTULO ORIGINAL: Cntinflas (2014)
PAÍS: México
GUION: Edui Tijerina
FOTOGRAFÍA: Carlos Hidalgo
MÚSICA: Roque Baños
DURACIÓN: 102 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Se cree equivocadamente que exponer las sombras de una figura respetada, ultraja al personaje. Entonces, la idealización, la hagiografía, las representaciones de bronce en las que no hay una sola fisura. Cantinflas, de Sebastián del Amo, es una cinta que luce sus recursos, ágil y entretenida en su corta duración, pero excesivamente aséptica en su aproximación al actor, carente de un solo gran momento de humor que no sea un recorte, un fragmento de alguna de sus mejores películas.

Hace poco el narrador y ensayista Álvaro Uribe decía que cuando se trabaja como historiador, se está obligado a ser selectivo; una parte del trabajo de un biógrafo es seleccionar y recortar la realidad. Y si bien Cantinflas decide no invadir la vida personal de Mario Moreno buscando en ellas detalles desagradables, sí deja de lado los años desteñidos de su vida pública y fílmica en los que hizo películas moralizadoras que servían de vehículo propagandístico de instituciones del gobierno con pésima reputación (el IMSS y la policía capitalina, entre ellas).

La historia tiene dos líneas que hacia el final se tocan: por un lado, el ascenso del comediante en la carpa y el teatro merced a sus características únicas; por otro, las semanas que definieron su participación en La vuelta al mundo en 80 días (Michael Anderson, 1956), película por la que ganó el Globo de Oro. Sin embargo, más allá del vehículo de entretenimiento que puede ser la película, faltan los porqués. No es claro qué está tratando de narrar ni cuál es el motor de la historia, por qué hablar de su carrera sólo hasta 1956, por qué omitir su relación de encono con Jorge Negrete por conflictos sindicales y en cambio subrayar taimadamente su desprecio por el comediante Manuel Medel.

Pero sobre todo, no se dimensiona del todo la forma en que su personaje penetró en el ideario popular y se volvió un referente capaz de hacerse un lugar en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.

Si bien el trabajo de interpretación del español Óscar Jaenada como Mario Moreno/Cantinflas merece ser considerado aparte como el más notable logro del filme, la elección del resto del reparto es un desastroso miscasting que consigue momentos de humor involuntario. Ni caracterización, ni interpretación; apenas un desfile de actores sin un solo diálogo que pretenden ser alguna figura de la época de oro del cine mexicano. Así aparecen un supuesto Agustín Lara al que le sale pésimo el playback. Bárbara Mori resulta ser Elizabeth Taylor; Ximena González-Rubio, María Félix; Adal Ramones, Fernando Soto Mantequilla, Otto Sirgo, Andrés Soler, y Julio Bracho, Jorge Negrete, entre otros.

Hay por supuesto aspectos irreprochables: gran convicción en los cuatro actores principales, tomas largas y elementos recurrentes que muestran algunas buenas hechuras del director. Sin embargo, el conjunto queda lastrado por un guion sin conflicto, un elogio supervisado por el hijo y heredero del actor que no hace ningún favor a un personaje en el que, se supone, debía verse grandeza pese a sus defectos. Flaco favor si esa grandeza se agota en un Globo de Oro.

 

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