BLANCANIEVES

DIRECCIÓN: Pablo Berger
TÍTULO ORIGINAL: Blancanieves (2012)
PAÍS: España, Francia
GUION: Pablo Berger, inspirado en el cuento de los hermanos Grimm
FOTOGRAFÍA: Kiko de la Rica
MÚSICA: Alfonso de Villalonga
DURACIÓN: 104 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

¿Qué significa la puesta al día de un relato clásico, traerlo a nuestros contextos reconocibles? El español Pablo Berger ha decidido contarle a su país el cuento de Blancanieves, pero a la manera de una película muda —aunque acompañada por la música de Agustín de Vilallonga— en blanco y negro. El "érase una vez" de esta historia no ocurre en nuestra época, sino en 1910, en Sevilla. El lugar del rey en la historia infantil es tomado por un famoso torero, Antonio Villalta (Daniel Giménez Cacho), quien queda viudo tras el nacimiento de su hija Carmen.

Tetrapléjico, después de la cornada de un toro, Villalta queda al cuidado de Encarna (Maribel Verdú), una enfermera de la cual se enamora y con quien al cabo de un tiempo se casará para dejarla a cargo de todas sus posesiones. Ella es la bruja, la madrastra malvada y egoísta que enloquecerá un día, cuando el espejo voluble de las revistas de sociales le diga que ya no es la más bella, y que ahora Carmen (Sofía Oria como niña y Macarena García como joven) ocupa su lugar.

La apuesta de Berger no es menor cuando el Oscar como Mejor Película de El artista (2011) sigue siendo un recuerdo presente. Pero lo suyo es más que un homenaje a la industria cinematográfica o un ejercicio formal que venga a demostrar que efectivamente la expresividad y la capacidad de comunicar dependen de una correcta puesta en imágenes y del trabajo de creación conjunto de los actores. Blancanieves rompe también la imagen idealizada del cuento, permitiéndose tanto realismo y crudeza para volver desagradable el momento final del beso del príncipe.

El filme no carece de humor ni de cierto toque infantil y amable en las apariciones de un gallo llamado Pepe o los enanitos toreros (no exactamente siete) que adoptan a Blancanieves. Sin embargo, en el mundo real esas cosas no duran eternamente y los momentos buenos llegan a su fin, a veces interrumpidos por la vileza de alguien. Apenas asistida por algunos intertítulos necesarios entre escenas, nada llega a parecer absurdo en esta reelaboración del texto de los hermanos Grimm, pues su director quema las páginas fantásticas para darnos una historia sobre pasiones humanas con lo que a estas alturas de un nuevo siglo parecen ser herramientas narrativas novedosas.

 
 
 
 
       

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