Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

En El fin de los tiempos (2008) M. Night Shyamalan narra la historia de un fenómeno que desafía cualquier explicación y que hace que la gente comience a suicidarse de manera masiva, como si algo en el aire, invisible e indetectable, inoculara un virus que arranca a todos la voluntad de vivir. La popular Bird Box: A ciegas, dirigida por la danesa Susanne Bier y vista por 45 millones de suscriptores  por Netflix sólo en su semana de estreno, parte de una premisa muy similar.

En ella, Malorie (Sandra Bullock) es una de los pocos humanos supervivientes de un inminente fin del mundo, que se ven obligados a caminar por la vida a ciegas, con una venda en los ojos, para no mirar de frente a un grupo de criaturas capaces de despertar en casi todas las personas el deseo de quitarse la vida, pero a las cuales no vemos, aunque su cercanía es denunciada por las aves que parecen ser los únicos seres vivos que parecen advertir su presencia sin sentir un impulso de autodestrucción.

Realizada más como una pieza de suspenso que un relato de terror, Bird Box tiene también elementos en común con Un lugar en silencio (John Krasinski, 2018), donde la vida de sus personajes depende del uso de los sentidos. La tensión aquí es generada por seres que se mueven fuera de pantalla y que acechan permanentemente a Malorie y los pocos humanos que han conseguido sobrevivir, en especial dos pequeños de cinco años (Julian Edwards y Vivien Lyra Blair), con quienes se lanza a la búsqueda de un lugar seguro.

Aunque Variety  reprocha que en el interminable debate sobre cuánto de una criatura se debe mostrar en una película de terror, Susanne Bier decide no mostrar a sus monstruos en absoluto, esto no es necesariamente malo, pues la mera insinuación de éstos a veces suele ser suficiente para que el espectador elabore mentalmente su propia idea de qué puede despertar el impulso más aterrador de todos, el que nos protege de quitarnos la vida.

A medio camino entre una historia apocalíptica y un drama familiar, en el que Bullock parece ver la cercanía emocional como una debilidad que puede costarle la vida a estos dos niños, evitando cualquier conexión profunda con ellos, la cinta de Susanne Bier acusa por momentos un tono cansino, debido acaso a un excesivo número de personajes, a subtramas que aportan poco o a la reiteración de sus recursos, además de que buena parte de la audiencia se quedará sin respuesta a algunas interrogantes. Con todo y eso, Bird Box alcanza a ser una cinta competente.