EL BAILE DE LOS 41

DIRECCIÓN: David Pablos
TÍTULO ORIGINAL: El baile de los 41 (2020)
PAÍS: México, Brasil
GUION: Monika Revilla
MÚSICA: Carlo Ayhllon, Andrea Balency
FOTOGRAFÍA: Carolina Costa
DURACIÓN: 93 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Carlos Monsiváis sostenía que a inicios del siglo pasado, lo masculino era la substancia viva y única de lo nacional, entendido lo masculino como el código del machismo absoluto que nunca requiere de una definición y lo nacional como el catálogo de virtudes posibles que ejemplifican en la vida diaria “los muy machos”. Según el escritor, en el México de 1901, los gays de sociedad (clérigos, escritores, abogados, artistas, rentistas) guardaban las apariencias, se casaban y tenían hijos en el temor a ser descubiertos, porque aunque la homosexualidad no estaba prohibida, el oprobio era un código penal en sí mismo.  

Es en ese contexto en el cual se ubica El baile de los 41, cinta del mexicano David Pablos, que se propone poner en contexto la célebre redada policiaca realizada el 17 de noviembre en calles de la hoy colonia Tabacalera, en la Ciudad de México, y en la que fueron detenidos 41 homosexuales –19 de ellos travestidos–, varios de los cuales serían descritos por los diarios y gacetillas de la época como de “familias conocidas y de buena posición”. 

El centro de la trama lo ocupa, sin embargo, el rumor convertido en leyenda, “la presencia, certificada por el chisme masivo” de que aquella noche había en el lugar una persona más, el sistente número 42: Ignacio de la Torre (encarnado en la historia por Alfonso Herrera), yerno del presidente Porfirio Díaz y quien, según la versión que cada quien decidiera creer, habría comprado su libertad o habría sido rescatado por su suegro. 

Si bien De la Torre es presentado como parte de este grupo de hombres privilegiados que en público se mostraban respetuosos “del pudor y las buenas costumbres”, pero en privado usaban faldas, pelucas con rizos, postizos, corsés y medias, la película obvia mostrar en su crudeza ese contexto de odio a lo diferente, la moral imperante que distinguía entre “normales” y “anormales” y que prescribía decoro, dignidad y pudor como normas edificantes del ciudadano. 

Es decir, lejos de ahondar en un hecho que –según Monsiváis– “inventa” la homosexualidad en México (pues el hecho quedó incluso plasmado en una ilustración de José Guadalupe Posada), El baile de los 41 prefiere quedarse más en el melodrama del ficticio amor imposible entre el Primer Yerno de la Nación y otro joven llamado Evaristo Rivas (Emiliano Zurita), así como en el dolor en silencio que vive su sufrida esposa Amada (Mabel Cadena) por sus diarias escapadas nocturnas. 

Y si bien Alfonso Herrera y Emiliano Zurita acometen cada una de sus escenas con convicción y la audacia que el guion exige, llenando de verosimilitud la recreación de sus encuentros amorosos, sus compañeros de correrías sólo parecen contentarse en el exceso de la orgía y la rifa de jovencitos o en lo carnavalesco, sin que el filme profundice y vaya más allá de las identidades sólo definidas por la ilusión de lo prohibido y una vida que sólo se significa por la noche y en la clandestinidad. 

Éstas, pues, son las debilidades de un proyecto que, como su propio protagonista explica, es una pieza bienintencionada que trata de exhibir a la sociedad que somos: una de apariencias, clasista, machista y homófoba, que deshumaniza lo diferente y 120 años después aún niega los derechos humanos y civiles de los homosexuales.

 

CANAL RSS
YOUTUBE
CONTÁCTANOS


DISTRITO CINE. Los contenidos de este sitio están sujetos a una licencia Creative Commons 2.5, con excepción del material (fotos, imágenes, videos) procedente de terceros.