UN SANTA NO TAN SANTO

DIRECCIÓN: Terry Zwigoff
TÍTULO ORIGINAL: Bad Santa (2003)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Glenn Ficcara, John Requa
FOTOGRAFÍA: Jamie Anderson
MÚSICA: David Kitay
DURACIÓN: 98 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Si usted ya se cansó de esas películas en las que la Navidad es la época en la que todos los milagros son posibles, en las que un ejecutivo sin tiempo para su familia termina sustituyendo a Santa Claus o en las que la gente descubre el valor de la familia por sobre los bienes materiales, tiene que ver Un Santa no tan santo.

Willie T. Stokes (Billy Bob Thornton) es un vulgar delincuente, experto en abrir cajas fuertes, y tiene como socio a un enano afroamericano llamado Marcus (Tony Cox). Aprovechando las fiestas navideñas, año tras año, uno se disfraza de Santa Claus, mientras el otro se viste como uno de sus ayudantes, para poder entrar sin crear sospechas en los grandes almacenes, y una vez como miembros del personal y familiarizados con los sistemas de seguridad, vaciar la caja.

Sin embargo, las habilidades de Willie han venido a la baja gracias a su alcoholismo, de modo que al llegar a su cita anual en un centro comercial de Phoenix, sólo aparece un despojo de Santa Claus. Billy Bob Thornton interpreta estupendamente a un sujeto decadente que no sólo llega tarde a su trabajo, sino que lo hace totalmente desaliñado y tan ebrio que es capaz de orinarse en los pantalones y realizar verdaderas canalladas con los niños, cuando no está semidesnudo, o inconsciente.

Stokes se vuelve tan auténticamente patético, que días después de haber sido rociado por un niño que estornuda mientras está tragándose un helado de chocolate, continúa con las barbas y el traje rojo hecho una vergüenza.

En medio de todo aquello, una mañana viene a sentarse en sus rodillas un niño de ocho años de edad, con un severo problema de obesidad, de autoestima, y con los mocos de fuera, quien en su soledad ve en ese alcohólico malvestido al verdadero Santa Claus, lo cual es aprovechado por éste para mudarse con el chiquillo, sólo para enterarse que vive prácticamente solo; su madre ha muerto y su padre está en prisión por fraude, por lo que la única persona que habita la casa es su abuela, una lástima de ser humano, con una demencia senil que sólo la hace ofrecer sándwiches a quien se le acerca.

Este niño, encarnado por Brett Kelly, resulta una maravilla y una interrogante en la medida de que uno es incapaz de definir si se trata de un chico de una inocencia gigantesca o si bien se trata de un muchacho con verdaderos problemas. Entre esta pequeña fauna brilla también Lauren Graham, una mujer espectacular que más allá de tener fantasías con Santa Claus, ve en sujeto a un tipo que no deja de agradarle.

Un hecho para lamentar es la estrechez de miras que llevó a la distribuidora a exhibir esta película con un año de retraso respecto a su estreno en la Unión Americana, lo cual sólo puede explicarse desde lo políticamente incorrectas que resultan las secuencias y los diálogos de los personajes para un sector listo para imponer su código de moral.

Indudablemente, Un Santa no tan santo, es una comedia con un humor francamente corrosivo y abiertamente entretenida. No obstante, bien mirada, detrás de esta fachada divertida hay historias que en lo individual resultan francamente desoladoras, del mismo modo que tras los cuentos navideños optimistas se esconde una realidad que nos avergüenza. No pretenda que sus hijos la vean.

 
 
 
 
       

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