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ANNA KARENINA

DIRECCIÓN: Joe Wright
TÍTULO ORIGINAL: Anna Karenina (2012)
PAÍS: Reino Unido
GUION: Tom Stoppard; basado en la novela de León Tolstói
FOTOGRAFÍA: Seamus McGarvey
MÚSICA: Dario Marianelli
DURACIÓN: 129 minutos

 
       

Querida Tía Tere: Espero que te encuentres muy bien, ¿Cómo van esas carpetitas a crochet que tan bien te quedan? Te apuesto que Chofis, tu pequinés, está echado en tus rodillas mientras tejes y ves la telenovela.

Esta tarde te escribo para contarte que acabo de ver una película que te encantará: es como un huevo de Fabergé en movimiento. Ni más ni menos que Anna Karenina, versión 2012, con garigoleadas coreografías de valses y polkas y un vestuario de ensueño, un desfile de corsés, vestidos con graciosos volantes, encajes, perlas, cristales de Swarovski, tiaras, armiños en capas con esclavina, sedas de azúcar… un agasajo, de verdad que sí.

Será que el director ya tiene experiencia en películas similares. Se llama Joe Wright, pero te sonará más cuando te diga que es el mismo que dirigió Orgullo y Prejuicio (la versión de 2005), otra de tus películas favoritas. Hasta la protagonista es la misma flaquita que te parece linda: Keira Knightley, que con su palidez marfileña y sus ojotes marrones otra vez protagoniza a una heroína romántica/dramática/frágil/intensa, como hizo en su papel de chica guapa en todas las películas de Piratas en el Caribe (de Gore Verbinski) o La Duquesa (Saúl Dibb).

Otra cosa que te encantará de la película es que en varias secuencias parece más obra de teatro que cine. Empieza en un escenario de tablas, se abre el telón de seda carmín subido y de ahí, los diálogos. Y ese recurso lo usan en otros momentos de la película, como en uno de los bailes en los que Anna Karenina conoce al terrible coronel Vronsky (Aaron Taylor-Johnson), que esta vez está de un pesado con su bigotito rubio… no sé, termina una empatizando más con el recto y leal Alexei Alexandrovich (Jude Law), que al menos luce con más conflicto y profundidad que los preciosos y azucarados Ana y Vronsky. 

Nada, tía querida, que por eso no terminó de encantarme. Ese discurso estético, tan bien puesto —no en vano todo el diseño de producción estuvo nominado al Oscar en este 2013— hace énfasis todo el tiempo en la Rusia imperial, todo tan coordinado y bien puesto bajo los reflectores, que deja la impresión de un majestuoso juego de té de porcelana, tan inglés como el mismo Joe Wright o toda la producción británica, pues. Pero del dilema moral y ético de la novela de Tolstoi, del poder de las bajas pasiones enloquecedoras, de la traición y los celos… de eso, apenas una pálida sombra.

Por eso, a la salida del cine pensé ¿a quién le podría gustar estar 120 minutos dentro de una de esas cajitas musicales que tienen espejo y bailarinas de ballet dando de vuelas? A mi tía Tere. Y corrí a recomendártela. Ojalá que te guste.

Tu sobrina, M.

 
 
 
 
       

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