ÁNGELES Y DEMONIOS

DIRECCIÓN: Ron Howard
TÍTULO ORIGINAL: Angels & Demons (2009)
PAÍS: Estados Unidos, Italia
GUION: David Koepp, Akiva Goldsman; basado en la novela de Dan Brown
FOTOGRAFÍA: Salvatore Totino
MÚSICA: Hans Zimmer
DURACIÓN: 138 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

La controversia religiosa que hace algunos años marcó la salida de la novela y estreno en cines de El Código Da Vinci, venía de la novedad que representaba para muchos lectores de best sellers la existencia de teorías sobre la decendencia de Jesús y el peso de María Magdalena entre los cristianos del siglo I, mientras la Iglesia Católica vivía una sacudida histórica como resultado de numerosas denuncias hechas públicas contra sus príncipes.

Basada en una novela anterior de Dan Brown y catalogada por el propio Vaticano como entretenimiento inofensivo (innocuo intrattenimento), Ángeles y demonios es una ficción desbocada que desempolva el interés de los seguidores de cualquier teoría conspiratoria por la orden secreta de Los Illuminati.

A la muerte del papa y en la víspera del cónclave que elegirá al nuevo líder de la Iglesia Católica, los cuatro posibles sucesores en el trono son secuestrados por una oscura hermandad que al mismo tiempo ha logrado robar antimateria creada en un experimento en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), la cual eventualmente amenaza con borrar al Vaticano y a toda Roma del mapa. Pero en lugar de actuar y terminar el trabajo, los terroristas prefieren jugar y dejar un rastro críptico con detalles de los pasos que piensan dar.

Las autoridades deciden ir en busca del simbologista Robert Langdon (Tom Hanks), quien trabaja en un nuevo libro sobre Los Illuminati y quien ha pedido insistentemente que se le permita el acceso a los archivos de la Santa Sede para concluir su investigación. Sin embargo, la erudición de Langdon, que podría aportar muchas respuestas, es puesta al servicio de una etapa de The Amazing Race y él mismo es convertido en un remedo de Ethan Hunt, de Mision imposible, obligado a resolver una serie de adivinanzas para evitar que una bomba detone.

La solución a cada acertijo llega de la mano de arbitrarias deducciones del investigador, quien a cada paso tiene que lanzar una larga perorata didáctica para explicar la ruta a su conclusión. No sólo no logra sorprender, sino que el truco deja de ser divertido entre más se repite. Si a eso se añade un clímax ridículo con un acto pseudo heroico realizado a miles de pies sobre la cúpula de la Basílica de San Pedro y una monserga final sobre la bondad que hay en el corazón de los altos jerarcas católicos, lo que queda por reseñar es el impresionante diseño de producción y la reproducción fiel de los escenarios en los que Babilonia no dio su consentimiento para filmar.

Inverosímil aunque predecible en su desarrollo y risible en su conclusión, poniendo sus ínfulas de lado, Ángeles y demonios podría, sin embargo, resultar un thriller entretenido para los públicos poco exigentes.

 

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