AMIGOS SALVAJES

DIRECCIÓN: Roger Allers, Jill Culton, Anthony Stacchi
TÍTULO ORIGINAL: Open Season (2006)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Steve Bencich, Ron J. Friedman, Nat Mauldin
MÚSICA: Ramin Djawadi, Paul Westerberg
DURACIÓN: 86 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Los comentarios acerca de Amigos salvajes, la primera producción animada de Sony —que intenta meterse a la disputa del mercado infantil— no han sido precisamente amables por parte de la crítica. Y no les falta razón.

Quizá lo más importante que debe destacarse aquí es la falta de originalidad en la historia, lo poco que arriesga el guion y la nula novedad que representa en perspectiva con lo hecho antes por Pixar o Dreamworks, sólo por usar dos ejemplos.

Boog, un enorme oso educado desde cachorro por una guardabosque llamada Beth, se ve obligado a volver a su hábitat natural cuando faltan sólo unos días para el inicio de la temporada de caza, por lo que además de tener que proporcionarse cosas como techo y comida, tendrá que aprender a sobrevivir a la persecución de los hombres.

Elliot, un venado flacucho, un poco impertinente y con un solo cuerno, se convierte rápidamente en su amigo y en su guía dentro del bosque, por lo que llegado el momento, ambos unen sus fuerzas con otras criaturas silvestres para hacer frente a los cazadores.

La fórmula es básicamente la misma que usaron antes cintas como Shrek, Monsters Inc. o La Era de Hielo; es decir, una pareja dispareja integrada por un grandulón un poco malhumorado y un pequeño parlanchín, entrometido y exasperante. Previsiblemente, en algún punto del camino ambos tienen un choque que los separa hasta que se dan cuenta de que su fuerza está en su amistad.

Chistes escatológicos incluidos, Amigos salvajes resulta una experiencia entretenida e indolora para los adultos, aunque carente de cualquier elemento que la distinga entre producciones que comienzan a parecerse demasiado. Con antecedentes como Madagascar, Vida salvaje o Vecinos invasores —todas ellas relativas a animales silvestres y en cautiverio—, es posible que en poco tiempo nadie recuerde exactamente cuál era cuál.

Sony Pictures podrá alegrarse, sin embargo, de haber podido crear dos personajes como Boog y Elliot, cuyas características los hacen más identificables (y a la postre más comercializables) que los agradables, pero menos peculiares leones y jirafas de Madagascar y Vida salvaje.

Como sea, no deja de ser decepcionante que una película tan bien elaborada en lo técnico elija el camino más fácil y no arriesgue un ápice, quedándose en la orillita para no mojarse.

 

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