Juan Carlos Romero Puga | @jcromero
Aun con sus enormes limitaciones, Actividad paranormal logró en 2007 que el recurso del falso documental despertara los viejos terrores nocturnos de los que se construían nuestras pesadillas infantiles. En la reiteración de sus recursos, sin embargo, los realizadores han ido terminado con cualquier sorpresa.
Después de tres películas, de estirar cada vez más la premisa de la cámara casera en el entorno privado, el relato ha perdido lo que en algún momento pareció verosímil. Este nuevo producto, torpe y desechable, muestra su ingenioso giro argumental a los tres minutos, en una rápida recapitulación de lo visto en las anteriores cintas.
A partir de ahí se inicia un espectáculo de tedio que sobreabunda en sombras ominosas, niños que no duermen de madrugada, golpes de efecto y violencia paranormal. No vale siquiera la pena hablar de los personajes; no podría interesarnos menos la vida o la suerte de los habitantes de esta casa, a la cual ha entrado el peor de los males posibles.
Actividad paranormal 4 es una cinta que insulta la inteligencia del público, incapaz de respetar sus propias reglas y efímera como obra que sólo busca el dinero de algún incauto. |