Juan Carlos Romero Puga | @jcromero
Basada en una pieza de once minutos, que en 2006 le mereció a Shane Acker la nominación al Oscar en la categoría de Mejor Cortometraje Animado, 9 es una cinta animada innegablemente lograda en el aspecto visual, en tanto que consigue insertarnos como espectadores de un mundo sombrío y desesperanzado —lo cual de alguna manera excluye de su disfrute a los niños—. Sin embargo, el guion no es mucho más complejo de lo que ya hemos podido observar para justificar el salto a un formato de casi 80 minutos de duración.
En deuda con otros trabajos recientes de tintes postapocalípticos, el filme se ubica en un futuro distópico en el que el hombre ha sido víctima de sus propios afanes belicistas y tecnológicos, de manera tal que las máquinas se han vuelto en su contra y han exterminado por completo a la raza humana. Sin embargo, en medio de las ruinas, nueve pequeños muñecos de trapo metal, botones, cierres y madera logran sobrevivir.
Aunque no se sabe nada de su origen, uno de los pequeños muñecos, el número 9 (voz original de Elijah Wood), lleva consigo un extraño artefacto metálico que parece ser fuente de vida en ambos sentidos —lo mismo la da que la quita— para las monstruosas máquinas y aun para los pequeños cuerpos de trapo, que son cazados uno a uno por los sabuesos tecnológicos.
El mundo creado por Acker no es en lo absoluto desdeñable, sus paisajes son desoladores, sus personajes tienen rasgos que los humanizan, sin embargo, no son humanos. Es difícil ver en las desgracias que suceden a lo largo de la película una tragedia más grande de la que parte toda la historia; de una u otra manera el triunfo o la derrota de la gran máquina asesina no cambia en nada el rumbo de los acontecimientos.
Los pequeños muñecos representan la última resistencia contra un poder sin sentido que intenta subyugarlo todo, y que en los hechos rige sobre una tierra deshabitada. No obstante, la sobrevivencia de número 9 y sus amigos representa exactamente lo mismo, porque su existencia en sí misma parece carecere de propósito; ninguno de ellos es capaz de vover a la vida a millones de muertos ni de regresar el tiempo. Al final son como náufragos en una isla desierta en la que se han librado de los depredadores, pero de la cual no pueden ser salvados. |
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